sábado, 9 de junio de 2012

CARTA DE JUDAS. INTRODUCCIÓN.

Este escrito, con la segunda carta de Pedro, muestra una mentalidad muy diferente del resto del NT. Por su estilo y manera de argumentar se ve que procede de un círculo de acusada marca judía.

La carta responde a una situación concreta: en la comunidad o comunidades se han introducido falsos maestros (4) que ponen en peligro la fe y contaminan las comidas fraternas de los fieles (12).

No se explica claramente en qué consisten sus errores, pero se les desacredita por su comportamiento. Son unos charlatanes (16b), tal vez por presumir de espirituales, mientras no tienen espíritu (19). Si negaban la mesianidad de Jesús (4) podrían representar una tendencia semejante a la que se combate en 1 Jn 1,22-23, etc. En todo caso, el autor los acusa de arrogancia (8) y de libertinaje (4.10); esta acusación hace pensar en grupos gnósticos que sostenían que lo corporal no puede manchar al espíritu. Se les amenaza con el castigo divino, inspirándose en modelos del AT: los israelitas incrédulos en el desierto (5), los ángeles (6), Sodoma y Gomorra (7) y otros (11). El autor se apoya en escritos apócrifos del AT, en particular en la «Ascensión de Moisés» (9) y el «Apocalipsis de Henoc>> (14-15).

Los lectores deben aferrarse a la fe, que ya no se interpreta como una entrega personal a Dios, sino como una ortodoxia doctrinal (3.20), practicar la oración y mantenerse en el amor de Dios (20.21). Deben recordar la predicación de los apóstoles que predijeron la aparición de esa gente extraviada para el tiempo final (17-18).

El escrito no tiene casi forma epistolar. El autor se dice hermano de Santiago, que es, sin duda, el pariente del Señor (Sant 1,1; Hch 15,13, etc.; 1 Cor 15,7; Gál 1,19; 2,9) también él es, por lo tanto, pariente de Jesús, el tercero nombrado en Mc 6,3, el cuarto en Mt 13,55.

Se discute, sin embargo, tal atribución. El griego refinado y retórico en que escribe no corresponde a un judío palestinense y la referencia a predicciones de los apóstoles acerca de los tiempos finales (17.18) coloca al escrito en época relativamente tardía. Su autor parece haber sido un judío-cristiano de lengua griega, quizá en contacto con tradiciones procedentes de Judas y Santiago, y su obra puede datarse de finales del siglo I.


Las citas de escritos apócrifos, no admitidos en el canon del AT, hizo retrasar su admisión definitiva en el canon del NT, aunque en Occidente formó parte de él desde el siglo IV.

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